Con la llegada del buen tiempo y el aumento de los niveles de polen en el ambiente, también se intensifican las alergias estacionales. Entre ellas, una de las más comunes y molestas es la conjuntivitis alérgica.
Aunque no suele ser grave, sí puede afectar notablemente a la calidad de vida y, si no se trata adecuadamente, llegar a complicarse.
¿Qué es la conjuntivitis alérgica?
Es una inflamación de la conjuntiva, la membrana que recubre el interior del párpado y la parte blanca del ojo, provocada por una reacción alérgica, habitualmente al polen, pero también a ácaros, polvo o pelo de animales.
¿Cuáles son sus síntomas más comunes?
Los signos más habituales que pueden alertarte son:
- Ojos enrojecidos e irritados
- Picor o escozor ocular constante
- Lagrimeo excesivo
- Sensibilidad a la luz (fotofobia)
- Sensación de arenilla o cuerpo extraño
Estos síntomas suelen aparecer en ambos ojos y pueden empeorar al aire libre o en contacto con alérgenos.
¿Cómo se puede prevenir?
Aunque no siempre es posible evitar por completo los síntomas, sí hay varias medidas que ayudan a prevenirlos o reducir su intensidad:
- No te frotes los ojos, aunque sientas picor. Frotar puede empeorar la inflamación.
- Usa gafas de sol con buena protección, ya que ayudan a reducir la exposición al polen y otras partículas.
- Cuida de tus lentes de contacto, si las usas. Mantenlas limpias y sigue siempre las indicaciones de tu óptico-optometrista.
- Utiliza lágrimas artificiales para mantener los ojos hidratados y aliviar molestias.
- Evita ventilar tu casa en las horas de mayor concentración de polen (generalmente por la mañana y al atardecer).
¿Cuándo acudir al profesional?
Si los síntomas no mejoran con estas medidas, es importante acudir a tu óptico-optometrista o oftalmólogo. Un diagnóstico adecuado permitirá descartar otras causas de irritación ocular y, si es necesario, prescribir el tratamiento más adecuado.
Recuerda: la prevención y la revisión son claves
La conjuntivitis alérgica puede tratarse con éxito si se detecta a tiempo y se siguen las indicaciones profesionales. No normalices el picor o el enrojecimiento ocular: son señales que tu cuerpo te da y que merecen atención.
Una revisión a tiempo puede marcar la diferencia.